La solidaridad: en Europa no se consigue

26/02/2015

Se aprecia claramente en la actualidad, a pesar de la estrategia global del negacionismo mediático, el avance de distintas formas de xenofobia, discriminación y antisolidaridad social que se experimenta en Europa. A medida que se fue instalando la crisis de carácter económico-financiera, pero también cultural y civilizatoria, en el viejo continente han arreciado estas prácticas que nos recuerdan el horrendo clima persecutorio de principios de los años 30 del siglo pasado, antesala de la larga noche nazi fascista.

Por Horacio Aizicovich

PSOL Provincia de Buenos Aires

En esta Europa de aplicación de las duras recetas fondomonetaristas, bajo el marco del neoliberalismo, aparece Alemania como el gran gendarme político y financiero que impone la cerrazón que hoy padece el pueblo griego, pero que tiene en espera una fila de estados que presentan situaciones similares -y desesperantes- de desempleo, destrucción de la salud pública, bancarrota y -lo más gravoso para sus pueblos- imposibilidad de toda política de autodeterminación.

En estos días aparece, precisamente, la marca del molde alemán para los tiempos que vienen en Europa.

En el 70 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, conmemoración encabezada por Alemania, no solo se excluyó a Rusia (siendo que fue precisamente el Ejército Rojo soviético el que liberó ese emblema del régimen nazi y avanzó hasta la toma de Berlín), sino que los medios alemanes y de otros estados europeos aliados, como Polonia, intentaron instalar una

segunda versión del negacionismo que enarbolan algunos núcleos ultrareaccionarios sobre el Holocausto. En este caso, negando el papel del Ejército Rojo en la derrota del nazismo, aprovechando este enfoque para traerlo a la actualidad y redoblar el ataque sobre Putin en función del rol activo de Rusia junto a China y los Brics, como alternativa estratégica a la unipolaridad y el capitalismo global.

También en Europa resulta muy evidente la miserabilidad de los grandes medios concentrados que reflejan su eurocentrismo bajo la tutela de Merkel, y en el caso griego se limitan a culpar al propio pueblo griego o a sus políticos por la supuesta corrupción generalizada y hablan de irresponsabilidad política, en el mismo marco que juzgan a todos los gobiernos postneoliberales de América Latina, englobándolos en una fórmula de dictaduras con populismo, cerco a la prensa y ausencia de libertades públicas.

Por el contrario, sabemos en forma fehaciente que en nuestra Patria Grande ha avanzado, con los matices propios de cada proceso político nacional, una genuina democracia, igualitaria, inclusiva, de defensa de nuestras libertades, con ejemplares políticas de DDHH -como la desarrollada en Argentina- y con lazos de solidaridad entre nuestros pueblos que por siglos padecieron injusticias que hoy comienzan a revertirse.

Habría que interpelar a los gobiernos europeos, muchos de los cuales no se reconocen ya en los ideales de la Revolución Francesa, por ejemplo, sobre dónde está la solidaridad como gran valor democrático, cuando han estado prestos a urgir a sus sociedades con proclamas del tipo ”Je suis Charlie (Hebdo)”, ante el vil ataque a la redacción del semanario parisino, pero mudos y antisolidarios ante la tragedia de los inmigrantes africanos en el Mediterráneo, sobre la que no se escuchó ni se promovió oficialmente ningún: “Je suis Lampedusa”.

También por ello, Nuestra América es un gran ejemplo solidario que no desean se globalice, y en ese aspecto nos ataca la corporación mediática y financiera, dado que las políticas públicas van en un sentido de transformar la economía con una distribución más equitativa de la riqueza, con democracia, verdad y memoria, con defensa de nuestras soberanías -como lo es la política de desendeudamiento que tanto incomoda al establishment financiero internacional-, con autodeterminación y patriotismo, avanzando hacia un continente de paz y justicia social –vale como ejemplo los avances concretos en los acuerdos entre las FARC y el Gobierno de Colombia- y donde los valores de cooperación y solidaridad son cada vez más efectivos e inclusivos, en reparación de siglos de saqueo y discriminación de los pueblos originarios.