Malvinas: Descolonización, soberanía y paz

30/03/2015

Sobre el filo del 33er aniversario de la fatídica Guerra de Malvinas, que marcó el principio del fin de la dictadura militar, nuevamente el Reino Unido anuncia provocativamente un gran refuerzo de su presupuesto y poder militar en las Islas (se trata de una fortaleza de la OTAN, con una base estratégica que insume casi el 10 por ciento de los gastos de ese organismo), ahora basando su discurso en la difamatoria tapa del sensacionalista “The Sun”. Allí se advierte sobre la supuesta “amenaza viva” de una invasión argentina con apoyo de Rusia que se cierne sobre la población de las Islas.

Por Horacio Aizicovich

En realidad, el imperialismo inglés nunca abandonó la idea de un marco de crisis prebélica en la zona por diversos motivos: geoestratégicos, de reservas petroleras, agua o krill, pero lo cierto y permanente es que en cada ciclo de crisis o de contienda electoral británica recurre al reservorio de fe de la cuestión Malvinas para ganar la atención mediática del nacionalismo inglés.

En Gran Bretaña existe un claro continuismo de la era thatcheriana, con la alianza conservadora liberal en el poder, aplicando las recetas del modelo ultraneoliberal que ha arrojado un crecimiento inusitado del desempleo y de la deuda pública, que pasó de representar del 40% al 60% del PBI en 2008 -en ocasión del rescate a los bancos- a más del 88% en la actualidad.

En este marco, y cuando Inglaterra además avanza en un proceso de desnacionalización de importantes áreas públicas (en un país que ha sido en el siglo pasado ejemplo del “Estado de bienestar”), lo que ha generado un fuerte fastidio popular y un debate que interpela al gobierno conservador, en dos meses se realizarán cruciales elecciones que en principio indican un empate técnico entre laboristas y conservadores. Es preciso tener en cuenta la preocupación del establishment por el arrastre de los referéndum sobre la permanencia en la Comunidad Británica, como ocurrió en Escocia, y la irresuelta e histórica situación que le presenta el nacionalismo irlandés.

Entonces, hoy como ayer, el Gobierno inglés recurre a la difusión de una teoría invasora, incitando al miedo en la población y para ello abreva en el peor periodismo sensacionalista para sembrar una provocación que pretende reinstalar su presencia en el concierto mundial luego de haber perdido espacios en Europa y en el orden mundial, máxime luego de su última apuesta a la crisis ucraniana y al descrédito de Rusia, que no le produjo réditos políticos, precisamente.

El imperialismo inglés y su orden neoliberal se aferran a mantener una variante del capitalismo global como lo es el colonialismo del siglo XXI. De acuerdo a la ONU, actualmente persisten 16 colonias del viejo sistema imperante, de las cuales 10 forman parte de la usurpación británica, entre ellas, y como joya de la corona: las Islas Malvinas.

Nuestro país ha mantenido una clara y decidida política exterior en esta última década en la que hemos podido instalar la cuestión Malvinas en el concierto internacional. Se alcanzaron notables avances en el Comité de Descolonización de la ONU, se cosecharon significativos apoyos de una aplastante mayoría de países, el tema tiene agenda central tanto en la Celac y la Unasur como en los Brics, y todo ello en el marco de una política de Estado antibelicista, cultora de la paz global y la relación armónica entre los pueblos.

Como en tantas cuestiones, el mejor consejo es la prudencia y la paciencia -como lodemostrara en el siglo pasado la tenacidad del gobierno chino que negoció durante más de 50 años la devolución de Hong Kong- y no caer en las arremetidas mediáticas y las bravuconadas del conservadurismo neoliberal, que además cuenta con el apoyo automático de la pléyade de dirigentes opositores cipayistas en la Argentina.

En el fondo, es la batalla de ideas, es la confrontación que llevamos adelante contra el modelo neoliberal a ultranza y estos fundamentalistas continuadores del ultraindividualismo, que buscan sellar sobre los pueblos su hegemonía cultural, ambiciosa y depredadora de los recursos naturales y humanos, decididamente antipopular, que encontró su expresión política en el lema que fundara la ideóloga de esta cruzada Margaret Thatcher: “la sociedad no existe, tan solo los individuos”.