Por Carlos Grande
La campaña mediática y de Juntos por el Cambio para que se “abran las escuelas”, ya que “todo está permitido, excepto el ingreso de los chicos a las aulas” es tendenciosa, pone en riesgo la salud de millones de personas y sólo apunta a cuestionar a los gremios y a las políticas educativas del Gobierno nacional.
No es cierto que se hayan detenido los procedimientos pedagógicos. Al contrario, en 2020 se mantuvieron las clases con todas las herramientas disponibles en modo remoto, a la vez que se establecieron pautas de protección a educadores y alumnos/as, en el marco de la emergencia sanitaria.
Es mentira, además, que los líderes sindicales docentes resistan la vuelta a la presencialidad. Al contrario, trabajadores y trabajadoras del sector garantizaron hasta ahora las actividades en el marco de la pandemia. Y están dispuestos a seguir poniendo el cuerpo en la medida en que lo permita la situación epidemiológica.
Negar el peligro que representa la pandemia es una estrategia política lamentable. Nadie puede desconocer que la escuela es un lugar con circulación permanente en la que entra y sale gente de forma constante, por lo que podría ser un eventual foco de contagios.
La vuelta gradual a la presencialidad plena, aspiración de toda la comunidad educativa, respaldada por las autoridades del Frente de Todos, requerirá un planeamiento adecuado. No habrá “normalidad” con planteos generales como la transformación de las jornadas completas en simples y la eliminación del comedor escolar, como se anunció en CABA.
Será imprescindible que se garantice la vacunación a las y los docentes, así como al personal no docente; que se den respuestas a los reclamos sobre la adecuación en términos de infraestructura de los edificios escolares; que se aseguren las computadoras y la conectividad para la totalidad de las y los alumnos/as; y que se comprometan los elementos de protección y los kits de limpieza, entre otros requisitos básicos.
Preservar la salud de estudiantes, sus familias y docentes, en la provincia de Buenos Aires como en todo el país, debe ser una prioridad con medidas acordes al impacto real de la pandemia. Y no con consignas oportunistas de sectores que tergiversan y mienten para recuperar los votos que perdieron con sus políticas anti educativas y anti populares.