Por Horacio Aizicovich, Dirigente Psol - Provincia de Buenos Aires
En estos días, el mayor poder mediático concentrado de Brasil, y uno de los mayores en el mundo, la Red O Globo, repudió después de casi 50 años, el Golpe de Estado contra el gobierno democrático de Joao Goulart, reconociendo por primera vez la mirada cómplice de la prensa ante un golpe militar de carácter fascista que vino a instalar una larga noche dictatorial en el vecino país, plagada de una feroz represión, que articuló en los 70’ con las diversas dictaduras del Cono Sur a través del Plan Cóndor.
Esto ocurrió a partir de 1964. Pero ya en Argentina, en ocasión de la espantosa jornada del 16 de junio de 1955, con el bombardeo a mansalva contra una población civil indefensa, con la secuela aún desconocida en forma certera pero que algunas investigaciones ubicaron en más de 300 muertos y luego, algunos meses después con el Golpe cívico militar de setiembre y el derrocamiento de Perón, el poder mediático de entonces, encabezado por La Prensa y La Nación, jugó un rol nodal en el ocultamiento de aquellos hechos sangrientos y del carácter “fusilador” y “escarmentador” de la dictadura que se instalaba.
En América Latina lamentablemente fue muy recurrente el papel de los grandes medios y fundamentalmente de su representación corporativa a través de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa). A la sazón, un círculo privado de los grandes monopolios mediáticos que siempre llevó adelante una cerrada defensa con espíritu de cuerpo de los medios antidemocráticos, escudándose en la “libertad de prensa”.
Este mes se cumplen 40 años del siniestro Golpe militar corporativo en Chile, donde se conjuraron lo peor de la derecha chilena, la CIA y la Embajada Norteamericana, con monopolios yanquis como la ITT, todos ellos juramentados en acabar con el Gobierno popular y democrático de Salvador Allende, encabezados por un grupo fascista de las Fuerzas Armadas chilenas, que además vinieron a romper una tradición democrática histórica de esas fuerzas.
En suma, se instaurö una de las peores páginas represivas en nuestro continente.
También allí, la penetración mediática y el rol que tuvo la prensa chilena, especialmente los inefables periódicos conservadores El Mercurio y La Tercera, en la tarea de esmerilamiento del gobierno popular, en base a la instalación de calumnias y mentiras sistemáticas sobre sus políticas fomentaron el Golpe, continuado con el silencio cómplice y brutal sobre la aplicación de las políticas represivas, de secuestros, torturas y muertes en una escala que todavía no podíamos imaginar en América Latina.
Sabido es, para el conjunto de la sociedad argentina, el nefasto rol de la prensa en tiempos previos y durante el Golpe del 76’, lo que se conoció como la Miseria de la prensa en la dictadura.
Resultan emblemáticos los titulares de Clarín y La Nación: “Nuevo Gobierno” y “Los comunicados de la Junta militar preservan la tranquilidad y el orden”, ante los nefastos hechos del golpe del 24 de marzo.
Durante los meses previos, esa prensa contribuyó en generar el clima destituyente, en propiciar la “sensación de golpe”, con campañas antidemocráticas y en las que siempre se instaló la cuestión de la “seguridad jurídica e institucional”.
Hoy también conocemos el papel de la empresa Clarín en conjura con la dictadura para apropiarse de una empresa en su proyecto corporativo de construcción de lo que actualmente constituye el mayor poder mediático concentrado de Argentina .Esa clave inicial fue la apropiación de Papel Prensa.
Desde los momentos de la conspiración original preparatoria del golpe de marzo del 76´, cuando Clarín participaba activamente en la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE) -central corporativa de los grupos más concentrados de la época-, hasta la actual etapa en que encabeza a través de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) un verdadero “círculo rojo” de quienes proponen un giro restaurador y la vuelta al neoliberalismo de los 90´.
En estos días, el omnipresente editorial de La Nación vuelve a provocar a nuestra sociedad reivindicando el Golpe del 55’, desconociendo la secuela de odio y violencia que el mismo generó en la cultura política argentina.
Son todas facetas de un mismo fin: propiciar el golpe mediático, la difusión de la zozobra e instalar la mentira y la calumnia, a la que recurren sistemáticamente los sectores de la derecha para generar el clima de “inseguridad” y su soñado “fin de ciclo”.
De toda esta triste y cercana historia se desprende la impostergable memoria colectiva sobre estos hechos, ponerlos siempre en debate y poder otorgarle toda la significancia a la consolidación de nuestra democracia y a las reformas impostergables -como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual- en la batalla cultural que se desarrolla en Argentina y en toda la Patria Grande.