Justicia legítima: el Derecho y las campanas

08/03/2013

Las inéditas jornadas del 26 y 27 de febrero en la Biblioteca Nacional, donde cerca de 1.000 jueces, magistrados y empleados del Poder judicial debatieron por primera vez la perspectiva de un proceso de democratización de la justicia en la Argentina, marca un punto de inflexión fundamental en la batalla cultural y de ideas en nuestro país.

Como bien señaló la Procuradora General, Alejandra Gils Carbó "el cambio es posible, porque su tiempo ha llegado". Llevamos muchos años de colonización corporativa sobre las distintas instancias del Poder Judicial y que ha tenido en la resistencia a la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual su punto más elevado en el abuso de las medidas cautelares y de la búsqueda de declaración de inconstitucionalidad de una ley votada por amplia mayoría y debatida en miles de foros democráticos a lo largo y lo ancho del país.
 
Son diversos los cuestionamientos y los cambios reclamados al Poder Judicial que se propusieron en el curso del debate en la biblioteca, que van desde la identificación de la matriz burocrática y autoritaria del Poder Judicial que tuvo en la Corte convalidante del Golpe de Estado de 1930 su principal raíz antidemocrática, hasta la autoproclamada “independencia” mientras se encubre sumisión a grupos, intereses y poderes a cambio de ventajas y beneficios incompatibles con un servicio de Justicia en un Estado de derecho.
 
Se empieza a debatir cómo se forma a los jueces, a los magistrados, cómo se elige a éstos últimos en forma democrática, quiénes llevarán adelante los procesos de selección, cómo se transparenta la gestión de recursos, y todas las posibles vías de participación popular en la construcción de una Justicia con equidad a la altura de los nuevos tiempos que vivimos en nuestro país.
 
Está muy asentado en nuestro Pueblo que al referirnos a la injusticia frente a los intolerables atropellos sufridos o vistos sufrir, muchas veces hemos protestado nuestra indignación con estas tres palabras simples: “No hay Derecho”.  Como los del campesino florentino, que sufriera un tremendo atropello por parte del señor del lugar, quitándole sus pobres parcelas, que nos narrara José Saramago en este breve relato leído en 2002, en la Clausura del Foro Social Mundial reunido en Porto Alegre (Brasil).

"...Estaban los habitantes en sus casas o trabajando los cultivos, entregados a sus ocupaciones cuando de pronto la campana de la iglesia comenzó a tocar. En aquellos tiempos, oír una campana era rutina de todas las horas, pero en esa ocasión tocaba a difuntos y no había noticia en la aldea de que alguien se encontrase en artículo de muerte. Salieron las mujeres a la calle, dejaron los hombres las labranzas y los oficios, y en poco tiempo estaban reunidos en el atrio de la iglesia, preguntando por quién debieran lamentarse. De pronto se calló la campana y un campesino apareció a la puerta de la iglesia. “¿Dónde está el campanero? ¿Quién ha muerto?”, preguntaron. “El campanero no está aquí, he sido yo quien ha tocado”, respondió el campesino. “Pero, ¿quién ha muerto?”, volvieron a preguntar.
 
“Nadie con nombre y figura de persona”, respondió él, “he tocado a difuntos por la Justicia. Porque la Justicia ha muerto”. Así mismo, con estas palabras lapidarias lo dijo, como quien sabía ya que estaba hablando para la Historia.”

Ahora, las campanas que doblan en la Biblioteca Nacional, nos convocan a generar un amplio debate nacional, de Tod@s los ciudadanos, porque la cuestión de la Justicia y la equidad interpela a toda la sociedad y nos propone un futuro mas justo y solidario.
 

 

Horacio Aizicovich

PSOL Pcia. de Bs.As.