La Educación como constructora de sujetos autónomos, libres y solidarios

09/03/2012

Una sociedad que no apuesta enserio a la educación ¿tiene futuro?.

bsas

Lic. Carlos A. Grande - Dirigente PSOL de la Provincia de Buenos Aires

Seguramente la sociedad como tal para esta pregunta, tendrá una respuesta políticamente correcta. Pero no siempre esa voluntad se muestra en las acciones, esto es, la brecha entre el discurso político y la praxis elabora una realidad que pone en riesgo la construcción de futuro de una sociedad que se debate en la posibilidad de pensarse inserta en un marco latinoamericano donde la igualdad de oportunidades, la educación pública, la calidad educativa y por sobre todo un proyecto colectivo y solidario, sean el eje de un modelo de inclusión en el complejo contexto mundial.

Partiremos en este breve estudio definiendo algunos puntos cuando hablamos de educación para dar categorías de análisis y adentrarnos en las cuestiones nacionales y provinciales de nuestro sistema educativo. Claro está también que este texto no agotará la problemática aquí planteada sólo intenta abrir una serie de interrogantes que nos permitan entre otras cosas, construir una mirada sobre este tema, pero por sobre todas las cosas se intenta desde aquí seguir aprendiendo.

Todas las comunidades se caracterizan por educar, es en ese sentido que cada comunidad intenta diseñar su futuro, de ahí el sentido optimista de aquel que educa o se educa, ya que puede imaginar para sí y su entorno un futuro mejor, un porvenir.

Es así como la escuela se convierte en metáfora de progreso para la modernidad, la escuela es el espacio de construcción de ciudadanos para unos, o de proletarios para otros, la escuela es por un lado un espacio de conquista social y por el otro un aparato de inculcación ideológica de las clases dominantes, lo que implica dependencia por un lado pero, alfabetización masiva por el otro. Es el lugar donde, entre otras cuestiones, se impone un modo de cultura y a su vez es el espacio de donde han surgido grande movimientos de liberación.

La expansión del neoliberalismo de los noventa fue un golpe mortal al paradigma pedagógico de la modernidad como lo fue también para la salud, los servicios y todo aquello que daba sentido y nacionalidad a la cuestión de lo público. Si repasamos brevemente este modelo las soluciones estaban en la descentralización de las escuelas de la esfera del ministerio y el financiamiento de la educación. Los estudiantes debían pagar sus estudios generando una privatización del sistema educativo en forma parcial o total. Un ejemplo de dicho modelo es el caso de Chile donde podemos observar la gran lucha que los estudiantes y las familias de nuestros hermanos chilenos ya que se empeñan para poder mandar a sus hijos a la escuela media y la universidad.

Qué pasa hoy con la educación en nuestro país?. Si bien sabemos que las nuevas leyes de educación nacional y provincial dan un marco a la formación de los ciudadanos también ponen en discusión el nuevo sujeto del siglo presente.

Las políticas educativas nacionales conjuntamente con algunas acciones acertadas como lo son la asignación universal por hijo, las becas bicentenario, las becas de estímulos económicos que se brinda a la formación docente, el plan conectar igualdad, entre otros son acciones que desde la nación permiten pensar en achicar esa brecha de desigualdad. Tanto en el acceso a la tecnología como a la posibilidad de retomar estudios.

Estos paliativos en el sistema educativo de la Nación deben ir acompañados de propuestas por las políticas de las diferentes provincias, ¿cómo se ve este accionar de la política nacional en el contexto de la provincia de Buenos Aires?.

Es claro y distintivo, que el desarrollo de la política nacional no siempre van de la mano con el de nuestra provincia, el Sciolismo es un claro ejemplo de ello, la gran problemática de la desigualdad no puede resolverse con la mera intervención indicativa de un Estado que no asume la función docente, con esto quiero decir que, no sólo nos enfrentamos a distinciones sociales, sino también a profundas fracturas en la trama educacional.

La distribución de la educación, considerada un bien social, debe ser progresiva tendiendo a superar las desigualdades. En la Provincia de Buenos Aires se tiene que entender que la inversión en educación no reduce los beneficios a réditos inmediatos e individuales, sino que produce impactos globales a mediano y largo plazo en el conjunto de la sociedad.

La renovación que comenzó en 2003 y continúa con el gobierno de Cristina genera la esperanza en la potencial posibilidad de construir un nuevo paradigma, esa nueva pedagogía debería en nuestra provincia generar un abrazo renovado con un compromiso solidario y con los pilares fundamentales de los derechos humanos, los derechos de los trabajadores de la educación, la justicia social y una educación para todos y todas.

Sabemos que la mejor inversión antipobreza, no sólo en la Argentina, sino en el mundo es en la educación. La educación sigue siendo la clave para superar la pobreza, la desigualdad, construir conciencia social y dignidad humana.

Por eso la meta de una educación para todos tiene que ver con una voluntad política. Pero no la política del gerenciamiento que ofrece la Provincia de Buenos Aires mostrando números de cómo se logra la calidad educativa a partir de pruebas que lejos de los contextos y las realidades pueden actuar sobre la problemática de sistema.

El aprendizaje de calidad tiene que ver con las posibilidades que todos y todas tengan acceso universal de la educación pública, a la igualdad de oportunidades, al derecho al conocimiento.

La crisis mundial y su impacto requieren de una estrategia, es por eso que es necesario una mayor inversión en el presupuesto de la Provincia en educación para garantizar no solo equidad sino calidad en los aprendizajes de nuestros niños y jóvenes. Los estudiantes sólo tienen una posibilidad de educación, si no mostramos acciones públicas sobre esta cuestión estamos cortando el futuro y la promesa que una generación le hace a otra.

La crisis social, política, económica y cultural que nos atraviesa ha generado en la sociedad post neoliberal la ansiedad de la inmediatez, que conlleva a una horizontalidad de las prácticas sociales y esto puede ser interesante o peligroso como práctica en sí en el camino que nos construye como sujeto.

Si pensamos en la horizontalidad como la construcción de consensos en un plano de debate e ideas y desde allí establecer relaciones de valor y poder, estamos en un buen camino, pero si esta concepción permite creer que todo es igual o lo mismo, estamos cayendo en una confusión del concepto, que no nos permite ver en el otro la construcción del sujeto y quedamos presos de la manipulación, algunas veces de los medios otras de falsos modelos que lejos están de construir una sociedad transparente, sino que constituyen una sociedad opaca y asfixiante, masificadora.

En el sentido de poder pensar en el otro como en la construcción del sujeto es que nos aventuramos al desafío del enseñar y aprender, a poder ser críticos. Pero no tomar la crítica como la impugnación, sino como conocimiento.

Leer el concepto de crítica como impugnación, objeción o refutación nos conduce a una lectura trivial o cotidiana. Leer el concepto como conocimiento nos conduce a una lectura kantiana. Kant cuando se proponía criticar a la razón pura, no se proponía impugnarla sino conocerla.

Sartre en su crítica a la razón dialéctica no se lanza a impugnarla, por el contrario, busca sus fundamentos, sus supuestos, sus alcances y sus límites.

Lo importante de estos conceptos de crítica es que no estamos dando a la palabra un sentido de valor para condenar o justificar, nosotros debemos criticar nuestra escuela y la forma en que aprendemos para conocerla y para conocernos.

Para otros pensadores como Marx la crítica es un desenmascaramiento, la crítica de “como sí”; hago como si doy clases o hago como si de alumno, y todo nuestro proceso de aprendizajes se transforma en una farsa del como sí y eso es lo que debemos desenmascarar, lo que conlleva a una ruptura con el orden dado, o impuesto, entonces la crítica es una praxis de transformación y de libertad

Frederic Jameson, afirma que para el pensamiento libre es indispensable la “distancia crítica” y escribe, “… el nuevo espacio posmoderno ha abolido literalmente las distancias nos encontramos tan inmersos en estos volúmenes asfixiantes y saturados, que nuestros cuerpos posmodernos han sido despojados de sus coordenadas espaciales y se han vuelto en la práctica impotentes para todo tipo de distancia.

Construir sujetos autónomos libres, críticos, solidarios implica de alguna manera poner en tensión estas cuestiones, implica poner a la escuela y el sistema educativo “patas arriba”, animémosnos al desafío de hacer una “crítica de cómo aprendemos” porque queremos conocer ese proceso, analizarlo, para desenmascararlo y romper, para tomar distancia.

La ausencia de la actitud crítica de distanciamiento es una de las características de la sociedad actual, vivimos entonces en una sociedad que ahoga la posibilidad de la crítica y que la ha ahogado para establecer un orden de desmesurada exclusión; un orden de desmesurada injusticia.

Hay un poder transformador en todos los actores que integran la comunidad educativa que no es otra cosa que la sociedad civil en acción, pues entonces somos una fuerza transformadora y clave para mejorar las condiciones de vida de los bonaerenses en particular; pero sabemos que las acciones de un buen modelo pedagógico construirá un espacio de debate de ideas, un espacio que nos permita respirar, un espacio que nos aleje del sentido común, para fundamentar nuestros pensamientos y pensarnos en un mundo mejor.

Nuestro desafío, está en seguir reivindicando la construcción de un modelo que incluya a todos los actores que conformamos esta comunidad, alumnos, docentes, padres, debemos pensar qué sistema educativo necesitamos, abrir estas líneas de debate y distribuir los espacios de poder y decisión, tiene que ver con la posibilidad de pensarnos en una sociedad con futuro, solidaria y para todos.

Lic. Carlos A. Grande - Dirigente PSOL de la Provincia de Buenos Aires