Repudio del PSol Mar del Plata al ataque patoteril del intendente en la Escuela Nº 205

03/03/2017

Por PSol Mar del Plata

PsolMarDelPlata

El Partido Solidario de Mar del Plata expresa su más enérgico rechazo al despliegue patoteril protagonizado por el Intendente del Partido de General Pueyrredón, Carlos Fernando Arroyo, el pasado viernes 24 de febrero en la Escuela municipal Nº 205.

Su intempestiva e intimidatoria presencia, acompañado de fuerzas policiales, no sólo contraría normativas vigentes, sino que pone de manifiesto su falta de respeto a las instituciones educativas, sus directivos y docentes.

Consideramos que el diálogo es el camino para construir y consolidar la política educativa local y que los conflictos deben resolverse en dicho marco. Sin embargo, su incursión, lejos de procurar tomar conocimiento de las acuciantes necesidades y reclamos del sector ante la desatención y falta de gestión de la Secretaría de Educación, constituyó una muestra cabal de autoritarismo reñida con los más elementales parámetros democráticos.

El lamentable hecho constituye un nuevo y grave hito en el proceso de deterioro de la gestión local en materia educativa, caracterizado por los recortes presupuestarios y la alarmante disminución de horas de los programas de educación no formal, con claro impacto en los sectores más vulnerables de la comunidad. Aspecto no menor si consideramos que Mar del Plata tiene el mayor sistema educativo municipal del país. Nacido en la década del 60 del siglo pasado de la mano de la gestión socialista, cuenta hoy con jardines de infantes, escuelas primarias y secundarias, institutos de formación superior, bachilleratos para adultos, albergando a más de 25.000 alumnos y cerca de 3.000 docentes, capacitadores, auxiliares, administrativos y alfabetizadores.

Por último, destacamos que el destrato y el ajuste para con el sector educativo local no es más que un reflejo agravado del accionar nacional y provincial. El primero se desentiende de la convocatoria a paritarias nacionales y el segundo pretende disciplinar las recomposiciones salariales a través de porcentajes por debajo de la inflación, deteriorando los salarios reales y profundizando el contexto recesivo, a la par que despliegan campañas de desprestigio que van desde la descalificación de los representantes gremiales hasta el planteo espurio y descabellado del voluntariado docente.